Hace unos tres años hice un viaje por Túnez y sin duda alguna lo mejor que traje de allí fue una darbuka que nos ha dado largas noches de ritmo y batucada. La caja de resonancia de este instrumento de percusión está hecho con aluminio y la que compré estaba recubierta con un plástico con motivos árabes.
Como lo nuestro es el cuero, llevábamos tiempo pensando en quitarle la funda y forrarla con retales. Y como nos pierde el reciclaje, le quitamos el plástico recubridor y dejamos sólo el aluminio. Entonces empezamos a aprovechar todos esos retales que nos van sobrando de los bolsos que cosemos.
Retal a retal fuimos encajando todas las piezas como si fueran un puzle. Combinando colores, marrones claros y oscuros y otros más rojizos, pegamos los recortes en toda la superficie de este maravilloso instrumento. Este ha sido el resultado y lo mejor, que la acústica no ha cambiado en absoluto.
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